sábado, 18 de febrero de 2012

RELATO V.- ¡ME LO PROMETISTE!

-¡Te dije que te sorprendería! ¡Te lo dije...! ¡Te dije que te tenía que hacer el amor como nadie nunca te lo ha hecho...!
-¡Tu estás mal de la cabeza chiquillo...! ¡Pero que muy mal...! ¿No serás peligroso después de todo?
-¡Hazme caso, nena...! ¡Encontrarás en tu vida buenos folladores... y más tú... que no hay nada que te guste más que una buena sesión de sexo...!. Los habrá mejores que yo a la patada... y peores...¡MIL!... pero cómo yo...!. No es que sea una fiera en la cama... ¡No!, pero con el paso del tiempo... te acordarás de mí más que de muchos, por que debes reconocer que soy original! ¿Eh...? ¡Mira que paisaje, mira...!

Delante nuestra (o mejor dicho, delante, alrededor y “a nuestros pies”) se extendía el Cantábrico, azul, reverberando a causa del sol otoñal. El día era claro... ¡perfecto!. El colofón adecuado para nuestra excursión a Vizcaya.

Habíamos pernoctado en Bilbao, tomado riquísimos pintxos, visitado el Guggenheim...

Habíamos estado en Bermeo, dando vueltas por el pueblo, haciéndonos fotos, bañándonos en sus playas, pasando la noche en un precioso y encantador hotel rural... ¡y ahora nos encontrábamos en un punto perdido de la transcantábrica, esa serpenteante carretera que transcurre entre acantilados de vértigo al lado del mar y por viradas curvas, perdidas en frondosas laderas de un lujurioso verde. ¡Habíamos visto en muchos sitios bonitos: catedrales, castillos, callejones y pueblos plagados de tradición marinera... comimos deliciosos manjares,  nos emborrachamos con joven txacolí... y todo ello aderezado con mucho sexo y pasíon! ¡Cada habitación de hostal fué un dulcísimo infierno durante la noche que estuvimos en ella! ¡Cada impersonal cama quedó impregnada de delicioso pecado! ¡Ah... si esas camas hablaran, cómo se sonrojaría más de una camarera de hotel!

Pero había llegado el momento. ¡Yo cumplo mi palabra!

En un apeadero entre Bermeo y Guetaria, había aparcado el coche aquella calurosa tarde y te había invitado a salir. Estábamos al borde de una frondosa ladera descendente, repleta de vegetación, que comenzaba después del quitamiedo de la carretera. Tu no lo sabías, pero a no menos de unos diez metros, el muro vegetal acababa de pronto y se abría ante nosotros un risco cortado a pico de unos 30 metros de altura.

Recuerda como te hablé en una ocasión de la época en la que trabajaba pintando y realizando trabajos verticales. ¡Recuerda cómo te conté que a veces, no teniendo pareja ni perrito que me ladrara, tomaba las cuerdas, los arneses, los frenos, el pedal de subida... y me iba a un lugar alto y perdido de la sierra o la costa. Preferiblemente allá donde hubiese un puente.

Recuerda lo que te hablé de cómo me masturbaba, colgando como una araña a muchos metros del suelo, mientras el suave viento me balanceaba y me mecía, sintiendo el sol con los ojos cerrados. ¡Es lo más parecido a estar en un estado de bendita gloria...!

-¡Y recuerda también que me lo prometiste! ¡Que me dijiste que te fiabas de mi... y que no rechazarías mi sorpresa!
-¡Está muy alto, niño...!
-Las cuerdas pueden sostener hasta cuatro o cinco veces nuestro peso. No se parten fácilmente. Y el arnés está preparado para aguantar caídas desde mucha altura. Sólo tienes que apretar suavemente esta palanca del freno y descenderás lentamente.

Estamos desnudos. ¡Pensabas que sólo íbamos a echar un "polvo campero" en un lugar alejado de la vista de todos... y ahora tienes puesto un arnés que rodea tus torneados muslos morenos por el sol y el abismo espera a nuestros pies! ¡Una última mirada! Abajo golpea el mar, impaciente, contra las rocas en una espectáculo que te hace sentir pequeña! ¡El mar será el tercer amante de nuestro peculiar trío, ¡y nos espera!

Cada uno en una resistente cuerda... tu arnés unido al mío con un cordino de tres metros y sus mosquetones. Te enseño como pulsar la palanca y el freno resbala y permite que te deslices hacia abajo. Yo vigilo que todo va bien. Yo tiro de tí para que apoyes los pies en la vertical pared y no te arrastres por ella. El viento susurra en nuestros oídos mientras caminamos torpemente por la pendiente. Tu tiemblas y murmuras bajito. ¿Acaso rezas? ¡No tengas miedo! ¡Ya te dije que algun día lo haríamos... y me dijiste muy chula tu... que sería fantástico! ¡Me lo prometiste...!

Bajamos unos siete u ocho metros por una pendiente de 60º. Esa pendiente se acaba de repente y comienza un espacio donde la pared se hace vertical y hasta llega a separarse de nosotros. Quito la cuerda que nos une y saco de mi mochila un largo cordino de unos 12 m. Con él te sujeto a mi.

-¡Pulsa la palanca pero no del todo! Cuando sientas miedo la sueltas, y quedarás frenada automáticamente. ¡Adiooooos!

Gritas que no me vaya pero yo estoy ya cinco o seis metros por debajo tuya. ¡Te digo que tendrás que hacerlo por que para arriba no sabes como ir... y no te queda otra! Dando un alarido recorres la distancia que nos separa... cuando llegas a mi altura me insultas y me dices de todo, pero tus ojos brillan con una nueva lujuria distinta de la de sexo... ¡te gusta...! ¡TE GUSTAAA!
  
Me balanceo hacia tu cuerda y la sujeto, acercándome a tí, que gritas de miedo. ¡Dios... estás desnuda! Tus senos -no se por qué- están empinados! ¿Será una nueva forma de excitación? ¡Tu coño queda enmarcado por las costuras del arnés... la vista se va a él sin poderlo evitar! Te sujeto de las costuras y te aprieto contra mí... besándote apasionadamente. ¡No me rechaces... no temas! ¡Te adoro... mi vida! ¡No dejaré que nada te ocurra! ¡Disfruta! Abandónate... así como lo estás haciendo!

Me dejo caer un poco y me vuelvo a aferrar a tus piernas. ¡Estoy a la altura de tu sexo! ¡El arnés hace que tengas las piernas entreabiertas...!

-¡Te lo podrán comer mejor que yo cientos... pero no cómo yo...! ―Bromeo antes de hundir mi cabeza entre tus piernas. Dices algo que suena a queja, pero no te escucho por que sé que no tardarás en suspirar y en disfrutar de lo que te ofrezco. Los labios de tu hermosa vulva me dicen que no me equivoco. Se van entreabriendo poco a poco ofreciéndome su aroma... y la visión de esa perla divina que guardas en tan deseable ostra. Suspiras... ¡es una divinidad escucharte! ¡A nuestros pies el mar parece que grita furiosamente "quiero participar! ¿Y yo qué...?"
 Sabía que mi juego acabaría gustándote. ¡Siempre te gusta! ¡Siempre estás dispuesta a nuevas formas de placer... perosiempre con cabeza! ¡Ahora te has agarrado a la mía, apretando con los muslos y refregándome tu sexo mojado y sudoroso por la cara! ¡Tu imagen es imponente! ¡Eres una diosa de lujuria pura! Gritas y jadeas. Somos como dos arañas copulando libremente en el espacio. Todos sabemos que las arañas asesinan al macho después de la cópula... y a mí... ¡maldita sea si me importa!

Aquel loco culilingus es tan brutal y sistemático que no tardas en correrte ruidosa y espasmódicamente en mi afortunada boca. ¡No me vas a dejar ni un pelo en mi ya clara coronilla, niña...!

¡Bajas un poco, te pones a mi altura y me comes la boca con fiereza...! ¿Te he dicho cuánto te deseo por ser como eres...? ¿Por no decir que no a las primeras de cambio? ¿Te he dicho que te daría hasta la última gota de mi sangre? ¿Que hasta te cedería gustoso mi cuerpo su tuvieras hambre...?

Bajamos de nuevo por la pendiente. ¡Vaya excitación llevo! Ahora nos desplazamos sin miedo, en caídas de tres metros, disfrutando del aislamiento y la belleza del paisaje. Estamos dentro de una grieta de unos cuatro metros de ancho. Nadie nos ve... nadie sabe que estamos aquí... nadie sabe que somos Lilith y Adán, en un paraíso cedido sólo para nosotros. Llegamos a la altura de la rompiente. El mar nos llena de espuma. Te indico que sueltes cuerda justa para quedar de pie sobre las rocas. Están llenas de escaramujos... ¡suerte que llevamos el calzado!. ¡Ya te dije que había planeado esto con precisión durante mucho tiempo! ¡Por eso no permití que quedáramos descalzos!

Estamos de pie sobre la piedra húmeda... no hay miedo de resbalar por que quedaríamos sujetos por las cuerdas. ¡Ahora quiero que me des placer! ¡Ansío tu boca...! ¡Por ello saco el “ascensor”, lo pongo en la cuerda y me elevo con él lo suficiente para que mi pene, ya erecto y duro como pedernal quede a la altura de tu cara...! ¡Me miras pícara...! ¡Nunca has practicado una felación con tu pareja en una especie de columpio. ¡TODO PARA TÍ!. Me "trincas" por las caderas y me empujas hacia la dulce sima de tu boca abierta. ¡Qué poquito me falta para correrme en un momento!

-Me has hecho pasar miedo... y ahora estás a mi merced. ¡Me lo pagarás... -sentencias, y sin decir ni media más, me hundes sin contemplaciones el dedo corazón en el ano, provocándome un espasmo de placer. -¡Toma... toma ca-brón!

Te pido por favor que no sigas... por que lo que yo quiero por encima de todas las cosas es penetrarte allí, en nuestro escondrijo, y de esta forma no aguantaría ni un minuto. Quiero gozarte cara al mar... quiero hacerte gritar como a una poseída y quiero, gritando, llegar contigo al éxtasis. ¡Quiero inundarte entera... mi deliciosa Diosa!. ¡Mi dorada Astarté...!
Otra vez estamos a la misma altura. Con la cuerda justa te suspendo en el aire de espaldas a mi, cara a nuestro tercer amante, el mar.. la mar... ¡estás tremendamente mojada, mi vida..., por dentro y por fuera... y puedo entrar fácilmente en tí, mientras, desposeída de toda gravedad, te manejo fácilmente y te separo y te acerco a mi entrepierna sin esfuerzo, rítmicamente, iniciando una danza cada vez más rápida y fluida... arrancándote un grito que retumba en aquella grieta como el La alto del organo de tubos de una catedral. ¡Aleluya! ¡Una vez logrado tu orgasmo puedo abandonarme al mío...! ¡Después del femenino La, viene unRe mío... más grave.! ¡Re de RE-QUETEGUSTAZO!

Todavía tienes un regalo más para mi... acto seguido detrás de aquel loco orgasmo... te dejas colgar de la cuerda y orinas a gusto concediendo al mar su lujurioso deseo. ¡Sabes que soy un sucio cochino con mente de viejo verde...! ¡Cómo me conoces...! ¡Cómo sabes excitar mi parte de caballero y de poeta para, al instante siguiente excitar al tosco y vicioso labriego! ¡Cómo comprendes la dualidad de este Quijote que te idolatra con desesperación...!

¡Lo que estoy temiendo es la subida...! ¡Bajar es fácil, pero para utilizar el ascensor hay que sudar un poco! ¿Como te digo yo, leona de mi alma, que tenemos que subir 30 m por el mismo sitio donde hemos bajado...? ¡Menos mal que no llevas nada encima, por que si llevases una navaja serías capaz de cortarme la cuerda antes de llegar arriba...!


3 comentarios:

Utópica dijo...

Y nunca dejas de sorprenderme querido Látigo, tu imaginación es infinita.
Excitante y sin duda original relato.
Las fotos, geniales, una dudita, ¿las fotos son creación tuya? quiero decir, ¿las has montado tú con photoshop?
Besos

morena75 dijo...

Mi queridísimo amigo, como me ha gustado el relato.
Una nueva fantasía para mi mente.

bsssssssssssss

Jimmy Jazz dijo...

Merecido primer premio, enhorabuena :)

Y también a estas cinco maravillosas mujeres por crear este mundo, besos.