martes, 28 de febrero de 2012

RELATO VII.- EL VESTUARIO

Desde el primer día que entré allí siempre soñé con volver. No pasaba noche en la que no deseara poder regresar a  ese vestuario que había conocido cuando mi ex, John,  aún jugaba en la ACB de rugby.  El día que visité aquel vestuario aún pensaba que él era el hombre de mi vida, la verdad es que sólo con sentir su deseo ya me volvía loca y cuando sentía su polla en mí, me era totalmente imposible controlar mis ganas de follarlo durante horas. Hasta aquel entonces, mi vida sexual había sido bastante ordinaria aunque francamente satisfactoria. Nuestros encuentros sexuales no habían transgredido las normas clásicas pero me habían dado el placer que mi cuerpo necesitaba. Sin embargo, aquel día, nada más entrar en el vestuario, noté una sensación extraña que con el tiempo conseguí identificar. Ese olor a ducha húmeda hizo que yo misma me humedeciera, sentí como mi sexo se excitaba con la sola  idea de imaginar a todos aquellos chicarrones desnudos, sudados, agotados por el esfuerzo del partido que acababan de ganar.
 Mi ex estaba al fondo quitándose la ropa del partido. Se sorprendió cuando me vio aparecer allí pero su sonrisa de felicidad y de deseo  hizo que me sintiera cómoda ante aquella situación. Era la primera vez que entraba en un lugar en el que 13 hombres hechos y derechos estaban desnudos y relajados. Mi entrepierna sintió un escalofrío cuando empecé a fijarme en sus sexos. ¡Qué belleza! 13 hermosas pollas  y yo allí, sola entre ellos. Mi imaginación se disparó y sólo con esa idea me excité como creo que nunca antes lo había estado. Mi chico se acercó a mí y me dio un beso de ésos que sabe que me encantan, cogiéndome por el culo me llevó hasta su boca y me la comió como él sabía hacerlo.
-          Pero ¿qué haces aquí? Están todos como motos pensando en la fiesta que van a hacer cuando salgan de aquí.
-          Tenía ganas de verte, le contesté.
Aunque como ya he comentado nuestra sexualidad no se había salido nunca de las  pautas más clásicas alguna vez sí que habíamos fantaseado con la idea de hacerlo con alguien más. Pero aquello sólo habían sido fantasías en las que compartíamos sexo con un hombre o una mujer, el clásico trío que puebla las fantasías sexuales de la mayoría de la gente. Lo que nunca se me había pasado por la imaginación era que al ver aquellos cuerpos musculados y sudorosos sentiría la necesidad de ser poseída por todos ellos, el deseo de sentir sus pollas duras taladrar mi cuerpo mientras mi boca las iba devorando de una en una, sintiendo el sabor salado de sus cuerpos.
La verdad es que aún hoy no consigo entender cómo me atreví a dar aquel paso. Supongo que el guiño que me hizo mi chico cuando se dirigía hacia la ducha en la que ya estaban la mayoría de sus compañeros activó no sé qué extraño mecanismo en mi cuerpo. Ni corta ni perezosa, esperé a que todos ellos estuvieran en las duchas. Me desnudé e hice una coleta con mi larga cabellera. Sin pensármelo dos veces, me dirigí a las duchas y busqué a mi chico. Me acerqué a él y cogí su polla entre mis manos. Sin saber qué hacer, me miró con cara de estupor pero al mismo tiempo sus ojos me decían que aquello le estaba encantando. Su polla se puso inmediatamente dura como una roca y mi boca ocupó el lugar de mis manos. 
Se la chupé lentamente como yo sabía que a él le gustaba. Él no sabía para dónde mirar, si a mí o a sus compañeros, que habían cerrado los grifos de sus duchas disfrutando del espectáculo. No sé si pensaron que yo estaba loca o que aquello era un sueño. Lo que puedo aseguraros es que en breves segundos tuve ante mis ojos el “mayor espectáculo del mundo”. 12 pollas a punto de reventar y una más, la de John,  llenándome la boca. Miré fijamente a los ojos de mi amante y le reté, con esa mirada pícara le preguntaba si le apetecía que sus amigos participaran en nuestro juego. 
Él que nunca se había distinguido por ser un gran innovador aunque sí un excelente amante, no sabía dónde meterse pero creo que su deseo pudo por fin controlar a su cabeza y él mismo hizo un gesto a sus compañeros para que se acercaran. Poco a poco empecé a sentir manos que acariciaban mis pechos, al notarlo mis pezones empezaron a hincharse, sentí los músculos de sus cuerpos en tensión, su aliento jadeante y excitado. No sé cuántas manos recorrían todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo. Lo que sé es que de repente, mi chico me levantó, giró mi cuerpo hacia la pared de la ducha y se hizo a un lado. Uno de sus compañeros juntó su cuerpo al mío, mi cuerpo se arqueó al sentir su polla deseosa de penetrarme, la cogí  con mi mano y la lleve derecha a mi coño húmedo y abierto. Entró hasta dentro incrustándome contra la pared mientras dos de sus compañeros me sujetaban las manos para que no cayera. ¡Qué follada! Sentía ese sexo enorme abrir mi coño una y otra vez  mientras mi chico acariciaba mi clítoris y me comía la boca y otros cuantos chicos acariciaban mi cuerpo. No podía más, era tanto el placer que sentía, que necesitaba correrme pero al mismo tiempo necesitaba sentir en mi garganta la leche de aquel hombre. Me giré y cogí aquella polla con mi boca, él no pudo resistirlo y se derramó entero en mi boca. Era la primera vez que otro hombre hacía eso y sentí un placer intenso, distinto del placer que otras veces había podido sentir con mi chico. Sé que en aquel momento pensé que aquello no tenía vuelta atrás, que ya no podría seguir viviendo sin sentir esa sensación nueva.
-          ¿Eso es todo lo que sabéis hacer? Les espeté a la cara.
-          Cielo, esto no ha hecho más que empezar, contestó mi amante.
De su mano nos dirigimos hacia la sala del vestuario, él me tumbó en un banco situado en medio de la sala mientras sus amigos nos rodeaban. Sus sexos pedían guerra y a pesar de ser mi primera vez, mis ganas de comerlos explotaban. 
Cogí un sexo enorme, algo tímido pero que enseguida renació al sentir mis labios alrededor de él, mis manos buscaron otros sexos y los agitaron con brusquedad, buscando el placer inmediato de sus hermosos propietarios. No sé si fueron segundos o minutos u horas, lo dudo, lo que sé es que en algún momento empecé a sentir chorros de semen caliente sobre mi cuerpo, mientras unos dedos expertos penetraban mi sexo, follándolo sin piedad, mis tetas estaban a punto de estallar bajo el masaje  y los pellizcos de otros tantos dedos y sentí que mi cuerpo me abandonaba y que mi sexo estallaba en un brutal orgasmo que hizo que mi garganta lanzara unos gritos que debieron de oírse en el estadio que afortunadamente ya estaba vacío. Poco a poco fui recuperando mis espíritus aunque creo que a este espectáculo aún le faltaba la guinda final. Mi chico también se merecía su ración de placer más allá del hermoso espectáculo que, involuntariamente,  me había organizado. Hoy quería que él también descubriera los placeres de la transgresión, el lado oscuro que yo había penetrado aquella noche.
-Chicos, ahora le toca a él. Quiero que esta noche tenga lo que me acabáis de dar. Quiero que sienta todo el placer que podéis darle.
Entre indignado y curioso, John dejó acercarse a su cuerpo a sus amigos que seguían excitados como motos después de aquellos momentos vividos. Sus ojos recelosos empezaron a relajarse cuando sintió las caricias de sus compañeros, y sintió en su polla una boca conocida, la mía. La comí, excitada como una perra al ver a todos aquellos hombres acariciar el cuerpo de mi amante y la boca de éste saborear por primera vez un sexo masculino.  John no pudo resistir aquello y agarró mi coleta empujando con fuerza mi boca contra su sexo. No cabía ni un milímetro más de piel en mi garganta cuando sentí la descarga de su deseo inundándome.
No sé qué hubiera pasado si les hubiera dejado seguir pero puedo aseguraros que aquella escena aún hoy no ha desaparecido de mi retina y sigo buscando la oportunidad de disfrutar de otro momento como aquél.

3 comentarios:

Crab Esther's dijo...

Uffff, sey... quisiera estar en ese vestuario ;-)

Genial y fascinante

Hiper

Utópica dijo...

Otro que se pone en la piel de una mujer y que no lo hace nada, nada mal.
Enhorabuena Sey, has sabido meterte en el pensamiento mas oscuro de una mujer, mmmm.
¿Quien de nosotras no hemos soñado con algo parecido?
Besos

Anónimo dijo...

seyyyyyy... que buen relato, te acuerdas cuando te conoci te dije que eso era lo que mas me gustaria hacer el estar con muchos tios..... ufffffffff me has puesto como una moto,, comparto lo que dice uto, te has puesto en la piel de una mujer quien no desearia estar en semejante vestuario y estar con doce tios..... me encanta esta super........ lili