lunes, 27 de febrero de 2012

RELATO VI.- DIEZ DÍAS DE SOLEDAD

Lo que voy a contaros sucedió hace aproximadamente 10 días, mi nombre es Soledad y esta es mi historia.
Todo comenzó cuando decidí mudarme con mi hijo Álvaro de 8 años a una localidad cercana a Madrid tras mi reciente separación, necesitaba cambiar de aires y también alejarme del círculo de amistades con las que solía relacionarme por aquel entonces.
Tras el agobio de la mudanza, el estrés por el cambio de trabajo y el tener que adaptarme a un ambiente nuevo las cosas poco a poco fueron asentándose, Álvaro y yo disfrutábamos de una vida relativamente tranquila.
La falta de tiempo hizo que al principio me costase entablar amistades ya que entre mis ocupaciones diarias y el cuidado de mi hijo me dejaban poco tiempo para hacer vida social, pero al cabo de unos meses conocí en el colegio de Álvaro a un grupo de chicas que quedaban habitualmente entre la salida de los chavales y las actividades extraescolares para tomar café y charlar.
El grupo era normalmente variable pero entre todas las chicas destacaba una llamada Paula, siempre muy simpática, muy bien vestida, que no faltaba nunca a las reuniones del café.
Con el tiempo la amistad entre Paula y yo se fue estrechando, ya que nuestros hijos acudían a las mismas actividades y también se habían hecho amigos. Paula cada vez me hacia mas confidencias y no se cortaba en preguntarme cómo es que no tenía todavía en mi vida un hombre, pregunta a la cual yo respondía siempre con evasivas.
Este mismo año conocí a Mario, el marido de Paula, en una fiesta de cumpleaños para los chavales que celebraron en su casa, un adosado muy acogedor a las afueras.
Si bien el físico de Mario, que sin ser un adonis, sí que tenía cierto atractivo, no era como me lo había imaginado, su personalidad encajaba totalmente con lo que yo había pensado que sería necesario para mantener interesada a una mujer tan risueña y energética como Paula.
Durante la fiesta estuvimos conversando los tres animadamente y tras unos cuantos vinos, el alcohol empezó a hacer efecto y la conversación fue subiendo de tono. En un momento dado Paula menciono ante la mirada picara de Mario que ellos practicaban sexo a diario, y que era una pena que una chica con un cuerpo como el mío no disfrutase de esos mismos placeres más a menudo.
Tengo que reconocer que aquel comentario me dejo desconcertada, hacía tiempo que nadie me dirigía un piropo, y menos otra mujer. Aquel día he de admitir que había decidido ponerme guapa, enfundada en una falda de tubo negra hasta la rodilla que moldeaba mis piernas y mi trasero, y ataviada con una suave blusa de gasa blanca que apenas podía evitar que se trasparentase el sujetador que luchaba por contener mis
turgentes pechos.
Los días transcurrieron sin más novedad, hasta que hace una semana y media más o menos quedamos Paula y yo como solía ser habitual para ir de compras tras dejar a los chicos en clase. Entramos en algunas tiendas y, aunque yo no tenía intención de comprar nada, al final termine llevándome un vestido de verano escotado y Paula salió de la tienda con las manos llenas de bolsas con prendas incluso que no había ni llegado a probarse.
- “Vamos a mi casa, no queda lejos, estoy deseando probarme todas estas cosas” dijo ella.

Llegamos al chalet y tras acomodarnos en el salón Paula lleno un par de copas de vino y salió disparada hacia su habitación que estaba justo al lado a probarse la ropa.
Primero salió con unos vaqueros ajustados que le hacían un culo espectacular, y se dio una vuelta por el salón para que pudiera verla bien, y luego se metió otra vez a la habitación y salió con una minifalda hasta la rodilla muy veraniega con una blusa blanca preciosa.
- “Es mi turno” dije yo –
Tras terminarme mi copa de vino me fui a la habitación mientras ella esperaba en el sofá a que yo me cambiase.
Entre en el salón con mi fino vestido veraniego y me di una vuelta por el salón como había hecho ella, imitándola descaradamente.
- “Vas a tenerlos a todos comiendo de tu mano con ese escote, bonita”, me dijo Paula
He de reconocer que el comentario me hizo sonrojar, pero me sentí halagada.
- “Espera”, dijo Paula, “voy a enseñarte algo que compre el otro día para Mario”…
Cuando Paula volvió a salir de la habitación me quede boquiabierta.
Entró en el salón ataviada con unos zapatos de aguja negros, sus piernas envueltas en unas medias de fino tejido negro de un diseño vintage, muy sensual, y una bata de raso del mismo color.
Tras dar unos pasos se quedo de espaldas a mí y dejo resbalar la bata hasta el suelo mientras me dejaba sin respiración. Sujetando esas medias, las tiras de un liguero de fino encaje negro enmarcaban el culo de Paula como si fuera un paréntesis, un tanga negro a juego con un discreto lacito rojo en la parte de atrás completaban el conjunto.
Pasado un momento se dio la vuelta y pude apreciar que, a pesar de haber tenido un embarazo, Paula conservaba un cuerpo muy bien tonificado, el sujetador negro del conjunto le hacía unos pechos preciosos y el mismo lacito que adornaba el tanga estaba también presente en el sostén.
Paula se puso de nuevo la bata y se sentó a mi lado como si nada…


- “Que te parece? Crees que le gustara a Mario?” – dijo ella
- “Tendría que estar ciego o ser un imbécil para no darse cuenta de que estas estupenda” – respondí
Paula me lleno de nuevo la copa de vino y hablamos de cosas banales durante un rato, hasta que poco a poco la conversación derivo hacia temas algo mas picantes. Por lo visto Paula y Mario eran muy activos sexualmente y Paula no escatimaba en detalles al contarme alguna de sus experiencias, y he de reconocer que llegados a un punto empecé a excitarme un poco mientras les imaginaba…
Al rato Paula se levanto y me dijo…
- “Voy a mostrarte algo, pero tienes que prometerme guardar el secreto”
- “Seré una tumba” – conteste
Paula bajó las luces y se sentó a mi lado en el sofá y pulsando un botón encendió el televisor y el reproductor de video.
Durante unos segundos la imagen fija de una habitación con una cama en medio ocupaba la pantalla pero al poco rato Mario y Paula aparecieron en escena. En el video Mario empezaba a desnudar poco a poco a Paula despojándola del vestido palabra de honor que llevaba puesto, dejando libres sus pechos que no tardaron en ser acariciados primero por los labios y después por las manos de él.
Mario la fue desnudando hábilmente besando y lamiendo meticulosamente todas y cada una de las partes que quedaban al descubierto en la sugerente anatomía de Paula, mientras a ella se le veía cada vez mas entregada.
Pasados unos instantes Paula pareció tomar el control, le despojo de la camisa, desabrocho el cinturón y los botones del pantalón, apartando la ropa interior de Mario que por aquel entonces ya portaba una erección considerable.

Paula masajeo la polla de Mario dulcemente, observándola y acariciándola como quien aprecia una joya, para después metérsela en la boca y paulatinamente recorrerla en toda su extensión con sus labios y con su lengua.
En esos momentos mi cuerpo comenzó a reaccionar y aunque tenía la boca seca por los nervios y por la excitación, notaba como mi sexo palpitaba y casi con total seguridad empezaba a humedecerse.
Mis ojos seguían clavados en la pantalla, en el momento en el que Paula se colocaba encima de la cama a cuatro patas mientras Mario la agarraba con una mano de las caderas y con otra por el pelo y tiraba de ella hacia el de manera suave pero firme mientras la penetraba lentamente…
La habitación se fue inundando progresivamente con los dulces gemidos de Paula mientras Mario la penetraba cada vez más fuerte y más profundo.


En aquel momento y casi de manera imperceptible pude notar los dedos de Paula subir por mi pierna… yo estaba muy nerviosa pero muy excitada en ese momento, no podía moverme, no podía apartar su mano…


Paula interpreto eso como una invitación y su mano subió muy despacio por la cara interior de mis muslos, colándose bajo mi vestido para al poco tiempo encontrarse con mis mojadas braguitas…

Mi vista seguía fija en la pantalla, en aquel instante , Mario estaba tumbado boca arriba en la cama y pude observar su delicioso miembro esperando a que Paula lo condujese con su mano a la entrada de su sexo. Paula hizo lo propio y tras algunas penetraciones suaves y profundas empezó a cabalgarlo con energía mientras sus pechos se movían al compas de aquellos movimientos..
La cara de Mario fue cambiando progresivamente mientras fuera de la pantalla las manos de Paula se hacían más atrevidas y apartaban la tela de mis braguitas para acariciar mi sexo desnudo.
Era la primera vez que unas manos femeninas acariciaban una parte tan intima de mi, y aunque la sensación era extraña tengo que reconocer que me en aquel momento no deseaba otra cosa.
Paula acariciaba experta mi clítoris con sus dedos y de vez en cuando introducía alguno de ellos en mi lubricada vagina haciéndome sentir espasmos por todo el cuerpo, mientras las dos mirábamos atentas la pantalla..
El calor empezó a invadir mi cuerpo y me abandone totalmente a las caricias de Paula, que por aquel entonces tenía una de sus manos totalmente enterrada en mi sexo mientras con la otra acariciaba unos de mis pechos por encima del vestido…
Una ola de placer recorrió en un instante de arriba abajo mi espalda y me deshice en un maravilloso orgasmo en las manos de mi amiga, mientras los gemidos procedentes de la pantalla se mezclaban con los míos propios en una sinfonía de placer.
Cuando por fin pude abrir los ojos y recuperar el aliento Paula estaba sonriente al lado mío y en la pantalla la pareja descansaba plácidamente sobre la cama…
No supe que decir en ese momento pero Paula, quizá comprendiendo como me sentía, me puso un dedo en la boca y dijo – “no digas nada, será nuestro secreto”…
Sin cruzar muchas palabras me vestí y me despedí de Paula dándole un par de besos y fui paseando hasta mi casa, me sentía confundida por la situación y a la vez atraída por aquella mujer…
Los días fueron pasando y por unas circunstancias o por otras hasta ahora no había tenido oportunidad de encontrarme a solas con Paula para hablar de lo sucedido y comentarle como me sentía…
Es ahora, después de hace unos diez días de nuestro encuentro, que espero a Paula sentada en un banco de un parque cercano y escribo estas letras..
En mi mente todavía siguen grabadas las escenas que vi en ese video, y en mi cabeza una propuesta para Paula… “quiero que tu y Mario me enseñéis a disfrutar de nuevo del sexo”




5 comentarios:

Anónimo dijo...

que belleza me senti super identificada... no se el porque.. jamas he sentido los dedos de una mujer .... pero me encantaria.... la verdad que termine masturbandome y sientiendo cada palabra cada situacion... cada.... me encanta.... lili

Utópica dijo...

Creo que tienes razón Lili, este relato llega, y el que esté escrito por un hombre no deja de ser admirable.
Marcosbio, te pones muy bien en la piel de una mujer, eso denota que tienes una sensibilidad especial.
Gracias por el relato.
Besos

Crab Esther's dijo...

Excitante y real... me gusta.
Bravo Marcos.

Hiper

morena75 dijo...

Me ha gustado mucho, has conseguido que la mente imagine el escenario.

shaky dijo...

Nunca terminas de calmar mi sed, sigue asi